sábado, 19 de enero de 2013

POBRE POLICÍA.-


Fue el título de un artículo escrito por el periodista Pedro Ortiz Bisso, publicado en la página A10 de la edición del 22 de noviembre del año pasado de El Comercio en el que comentaba el comportamiento ético, profesional y valeroso de los “agentes a caballo ante la salvaje agresión que sufrieron en La Parada” y el de la Capitana Flores Paúcar  abatida por las balas del narcoterrorismo senderista en La Convención; y la deshonrosa actuación de un grupo de policías liderados por el Teniente Franco Moreno Goyeneche, que pretendieron secuestrar a un empresario, dueño de una fábrica de colchones, y en donde murieron tres de los secuestradores abatidos por efectivos especializados de la Policía Nacional.

Se pregunta el periodista ¿por qué personas de tan distinta catadura moral pueden vestir el mismo uniforme?; ¿qué puede unir a una Oficial mal pagada que decide pilotear su helicóptero en un territorio infestado de senderistas con un Teniente que no tiene empacho en cruzar la línea que separa el deber del asco?
A la primera interrogante responderé, desde mi modesta opinión, que se debe a una inadecuada selección de personal que debe descubrir las verdaderas motivaciones en los escasos postulantes a la carrera policial: Si eligen la profesión como un fin de vida personal de siempre servir, ayudar y auxiliar al prójimo, o si la eligen como un medio de subsistencia donde prevalecen los medios materiales más que los valores morales y espirituales.  Además el proceso implica la necesidad de verificar la información general del postulante, identificar su vocación de servicio como fundamento de la profesión elegida, y los valores y principios que se le han inculcado en la familia, su colegio y entorno social en el que se desenvuelve.  Este proceso de selección facilitará la preparación profesional y la mística individual del futuro oficial o subalterno de la Policía Nacional.
A la segunda interrogante ¿qué motivó a la Capitán Flores Paúcar a una actuación destacada y valerosa, y por qué el Teniente Franco Moreno e integrantes de una banda de policías secuestradores, cometen un hecho deshonroso y denigrante? Pienso que a los valores y virtudes que se desarrollan e internalizan, de manera positiva en el caso de la Capitán Flores, durante el proceso de preparación profesional y prácticas del servicio; hicieron de la Capitana Flores Páucar una persona de honor.  Estos valores y virtudes son la Defensa de la Patria y de la Sociedad, del Estado de Derecho, del imperio de la Ley y de la conservación del Orden; el Honor, el cumplimiento del deber y la protección de las personas hasta el extremo de dar la vida por el prójimo.  No olvidemos que una de las máximas policiales reza: “El Policía Nacional será un pronóstico feliz para el afligido, infundiendo la confianza de que a su presentación, el que sea cercado de asesinos se considere libre de ellos, el que vea su casa presa de las llamas considere el incendio apagado, y el que vea a su hijo arrastrado por las corrientes de las aguas lo considere salvado, y en general siempre deberá velar por la seguridad y bienestar de todos.”  Evidentemente, estos valores y virtudes no fueron internalizados por el Teniente Franco Moreno Goyeneche ni por los policías que lo siguieron, lo que se trasluce apreciando sus actuaciones deshonrosas, ilícitas e inmorales.

Luego señala el autor del artículo, dentro de diversos aspectos,  “que la real dimensión del problema policial tiene que ver con una institucionalidad precaria, socavada por años de corrupción en diferentes niveles que han licuado los valores y cualquier otro símbolo de pertenencia u orgullo por una organización que alguna vez fue sinónimo de respeto.”

Ortiz Bisso denuncia la ausencia de una política de Estado definida, la falta de liderazgo para fortalecer institucionalmente a la Policía por parte de autoridades o personas que conozcan cómo hacerlo. Ante esto propone exigir al Presidente “alguna vez cabeza del pomposo e ineficaz Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana, nos diga de una vez por todas hacia dónde vamos. Los aumentos de sueldos y la compra de equipos no bastan para reconstruir la institucionalidad de la Policía. Hace falta mucho más para que, realmente, el honor vuelva a ser su divisa.”

Luego, el mismo autor publica el artículo “2012: EL AÑO DE LA INSEGURIDAD” (El Comercio del 27 de diciembre), que resalta “el estrepitoso fracaso del gobierno en su lucha contra la delincuencia”, destacando además la falta de liderazgo y de un Plan Rector de Seguridad Ciudadana.  Reitera “¿cuál es el norte que se persigue? ¿qué se va a priorizar en adelante?”, y afirma que “incrementar salarios, modernizar el equipamiento o mejorar condiciones de trabajo son requisitos indispensables para tener un servicio policial eficiente. Pero si junto con ello no se fortalece la institucionalidad, no se mejora la gestión de recursos, ni se trabaja en recuperar la confianza de la ciudadanía, ni con Robocops en las calles se podrá recuperar la seguridad ciudadana. La policía debe volver a ser una institución querida y respetada, por la que sientan orgullo quienes trabajan en ella y el ciudadano a pie. Mientras no se trabaje en esta línea cualquier iniciativa no pasará de ser un mero paliativo.”

Coincido con Ortiz Bisso cuando reitera la necesidad de “institucionalizar a la Policía”. Por ello, en mi libro planteo ¿qué significa Fortalecimiento Institucional?, proponiendo para su logro tres objetivos (qué lograr), lineamientos de política (qué hacer para lograr) y estrategias (cómo hacer para lograr). Pienso que este fortalecimiento puede ser un aporte para el Plan Rector que reclama Ortiz Bisso, así como la posible solución para diversos aspectos que ha evidenciado el citado periodista, como la ausencia de valores y mística profesional de los integrantes de la Policía, deficiente preparación de sus integrantes que se traduce en ineficientes servicios policiales, ausencia de liderazgo en los diversos niveles del mando de la organización y corrupción creciente, etc.

Existe el dicho “Todo Estado y Sociedad merece la Policía que tiene.”  Han sido los gobernantes de turno los que no han sabido darle la institucionalidad debida.  Como señala MAURICE HAURIOU la “institución” constituye “una idea de obra y empresa que se realiza y subsiste jurídicamente en un medio social.” ¿Sabemos cuántas reorganizaciones ha sufrido la Policía en los últimos cincuenta años?; ¿ se ha estudiado científicamente el costo beneficio de la unificación policial concebida en 1988  a pesar que se trataban de tres Fuerzas Policiales que en su doctrina, organización y operación eran heterogéneas y no homogéneas para producir una integración deseada en el tiempo?; ¿existe a la fecha una sola doctrina en la Policía Nacional o aún persisten en los oficiales de alta graduación y procedentes de las ex Fuerzas Policiales el sentimiento y la acción de hacer prevalecer la doctrina de origen a la institución a la que pertenecieron?  Lamentablemente, la Policía en su SER, TENER Y QUÉ HACER ha tenido un camino incierto y ha estado sujeta más a intereses políticos que a lo que la Sociedad y el Estado demandan institucionalmente de ella.

Coincido en que se debe fortalecer institucionalmente a la Policía Nacional y también con lo que opina el economista Juan José Garrido en su artículo “SE BUSCA INSTITUCIONALIZADOR” (El Comercio del 15 de enero de 2013), resaltando que: “Desde 1968, la dictadura de Velasco demolió las libertades individuales, políticas, económicas y sociales; también las institucionales cuando a partir de 1969 por Decretos Leyes la Función de Policía del  Estado fue subsidiada y dividida; situación que ha devenido en sucesivas reorganizaciones, reingenierías, modernizaciones que no obtienen la Policía que el Perú necesita en el siglo XXI.”

Finalmente, aliento la esperanza que la Policía logre el cambio organizacional ansiado, obteniendo los recursos económicos y financieros que dicha aspiración requiere y que , de alguna forma , está planteado en el conjunto de leyes recientemente promulgadas por el Ejecutivo en beneficio de la Policía Nacional.  En síntesis hay mucho por hacer, recordando una vez más que no existe en el mundo una Policía buena y barata.

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